Me gustaría llorar, me gustaría gritar, me gustaría poder decir que fueron las circunstancias, me gustaría correr, me gustaría convencer a la gente de que no lo hice mal, me gustaría creer que no lo hice mal. Tantas cosas que me gustaría hacer, tantas cosas que haría para lavarme la conciencia, cosas que no servirían para nada. Porque lo hecho, hecho está. No va a haber vuelta a atrás, no vas a poder rectificar, ya no puedes hacer nada, solo asumir las consecuencias, y corres, y corres, y sigues corriendo, tratando de escapar de algo que hace mucho tiempo que te ha alcanzado. Y gritas, y lloras, y te das cuenta de que es inútil, de que solo puedes preocuparte del presente, porque tu pasado es demasiado sucio para si quiera pensar en él. Y te das asco, y te miras, y evitas los espejos, y odias en lo que te has convertido, y ¿sabes lo peor? que no puedes cambiarlo.
Cada vez que le cuento un problema a una de las millones de personas que habitan en este mundo, ésta me repite lo mismo: un error lo tiene cualquiera.
Tienes razón un error lo tiene cualquiera, pero no cualquiera perdona un error.
lunes, 4 de octubre de 2010
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